09 marzo, 2013

Navarra, para la cuadrilla. Parte I

Después de más de 4 años sin publicar, ya estoy de vuelta. Hace un par de semanas estuve de casa rural con mis amigas navarricas y después de muchas horas de puesta al día de historias personales (todas encabezadas por un "maja-que-fuerte-que") y mucho menos alcohol del habitual en estos encuentros (estamos en un ratio del 33% de embarazadas en la "cuadrilla"), surgió el tema de Navarra.

Da la casualidad de que acabo de examinarme de Historia Medieval de España. Algo que suena tan peregrino como el título de esa asignatura, ha resultado ser una herramienta bastante útil cuando te encuentras con baja cobertura en el móvil, en medio de una discusión sobre los origenes del "Reyno de Navarra", y he pensado que estaría bien volver al blog para ilustrar este tema.

Voy a empezar situando el principio de la Historia política de Navarra, justo después de terminar el dominio visigodo en la Península Ibérica, entre los siglos VIII y IX. No voy a entrar en las realidades culturales, raciales o sociales de la región, y creo que es importante distinguir la organización política de la realidad social. Ni de lejos me veo capaz de hablar de cómo era la sociedad pre-Navarra, así que vuelvo con los visigodos.

 A nuestros padres les obligaron a estudiar las listas de reyes visigodos, a nosotros nos dijeron en la EGB que los visigodos "existieron", y no tengo muy claro qué se estudia ahora, pero me parece que lo dejarán a la imaginación del niño hasta que a alguien se le ocurra hacer el videojuego de witizianos contra rodriguistas (que da para mucho), y tengan que hacer el trailer de situación. Por si acaso, me comprometo desde ya a escribir un post sobre reyes visigodos en el futuro. Dejemos por ahora claro que los visigodos fueron contratados por el Imperio Romano para expulsar a los suevos, vándalos y alanos que invadieron la Hispania Romana allá por el Siglo V.

Los visigodos venían del norte de Europa, y pensar que después de expulsar a los bárbaros se iban a volver a su casa, es lo mismo que pedir a los alemanes jubilados de Benidorm que se vuelvan para Dusseldorf y jueguen a petanca bajo la lluvia del norte. Va a ser que no. Los visigodos se quedaron y acabaron amigandose con la población local y disfrutando del sol y la playa.

 Tres siglos después, recién entrados en el setecientos después de Cristo, los visigodos llegaron al punto que llegan todos los reinos en algún momento: Por un lado un rey con afán protagonista que quiere centralizar todo en su persona (Rodrigo, ese nos suena, ¿no?) y por otro lado los nobles que quieren ganar poder para hacer lo que les da la gana en sus tierras y poner a un colega de rey (el bando liderado por Agila, descendiente del anterior rey, Witiza).

 Coincidió que en medio de este lío, el islam se estaba extendiendo por el norte de África, y los Witizianos pensaron que sería buena idea pedir ayuda a los moros contra el Rey Rodrigo, y que luego se fueran por donde habían venido, al desierto, así, sin mas. En el 711 los ejércitos árabes vencieron al Rey Rodrigo y resulta que les gustó mucho Hispania, igual que a los jubilados alemanes. Veinte años más tarde habían conquistado toda la Peninsula.

 La historia se repitió otra vez, y los árabes en la Península también sufrieron del enfrentamiento del poder central contra las rebeliones de algunos aristócratas locales. En la zona del valle del Ebro, los Banu Qasi eran uno de estos clanes aristócratas, y se rebelaron contra el Emir más de una vez.

 Igual que en Juego de Tronos, los Banu Qasi necesitaban controlar la región, y uno de los puntos más débiles era la zona que hoy es Navarra. Esta zona no sólo era su frontera con el primer foco de resistencia anti-árabe (Asturias, con Pelayo, que se erigió en descendiente de los reyes Visigodos, ¿esto también nos suena, no?), sino que además era un punto estratégico hacia el otro lado de los Pirineos, donde Carlomagno llegó a planear invadir la Península y ganársela para el Imperio Franco.

 Total, que los Banu Qasi necesitaban a alguien que se hiciera cargo de esa región, que no fuera del todo árabe, porque la zona tiene sus complicaciones culturales, y además fuera coleguilla para poder controlarle desde la distancia. El candidato ideal surgió cuando uno de los señores de Tudela, el Banu Qasi Musa Ibn Fortún, se casó con una viuda navarra que tenía un hijo muy majete, Iñigo. A Musa Ibn Fortún le habría caido bien Iñigo o cayó preso de lo que hoy se llama matriarcado del norte, porque por motu proprio o de su mujer, consiguió con ayuda de sus parientes Banu Qasis que Iñigo se convirtiera en el primer rey de Pamplona: Iñigo Arista, en el 820.

 Vamos a dejar aquí la primera parte. ¡Continuará!