05 septiembre, 2007

AKHENATON

Entre el 1352 y el 1337 aC, mientras por las tierras Europeas vivíamos en un estado bastante atrasado -esto es antes de que los griegos empezasen a hacer columnas dóricas- Egipto nos llevaba mucha ventaja. Su lista de reyes (que para que nos hagamos una idea empieza más o menos hacia el 3000 ac), iba ya por la dinastia XVIII.

Amenhotep IV no habia sido educado para ser faraón. Le hubiera correspondido a su hermano, pero ironías de la vida, se murió casi a la vez que su padre. Amenhotep era un tipo afeminado, interesado en la poesía y sobreprotegido por su madre, Tiyi. Si habéis visto relieves de un faraón escuálido, con una enorme nariz y los ojos super alargados, seguro que se trataba de Amenhotep IV: fue el único faraón que se quiso representar de forma natural, y no con la pose habitual de los faraones porque-yo-lo-valgo. Además, fue el único que retrató a su familia con una actitud más entrañable, rodeados de florecitas, los niños jugando… y a su madre con una buena mala leche.

El caso es que se le ocurrió que todo el pueblo egipcio tendría que adorar a un dios sobre todo el resto, y este era Aton, el disco solar. Tradicionalmente se le ha considerado un idealista sensibilero, pero con todo este lío del nuevo dios, se quitó de un plumazo al clero tradicional y pudo elegir a los nuevos sacerdotes, que entiendo que estarían super agradecidos y super dispuestos a hacer lo que el faraón dijera.


Fue mucho más lejos: cambió su nombre a Akhenaton, construyó una nueva ciudad para el Dios: Akhetaton, mandó construir monumentos, estatuas y relieves y escribió poesías a este dios que llegaba por igual a ricos y pobres, a jóvenes y ancianos… Podría pensarse que después de siglos de dioses clasistas, las masas deberían haber abrazado esta fe al minuto, pero no fue así. Supongo que a nadie le haría gracia renovar el altar del salón y traicionar a la Santa Rita y el San Antonio de entonces.

Está confirmado que entre otras, se casó con Nefertiti de la que todo el mundo recuerda el busto porque era muy mona (por cierto, el famoso busto está en Berlin, otro día comento el dato) aunque que todavía no se sabe si era una noble local, una prima suya, o una princesa mitannia como estaba de moda allí por entonces.

Cuando murió Akhenaton se hizo un lío del quince. Primero reinó Nefertiti, pero con el nombre artístico-real de Anjjeperura-Semenjkara, y luego heredó la corona un hijo de Akhenatón y su tercera esposa, que se casó con una hija de su padre y Nefertiti. Sí, una medio hermana, muy fuerte para nuestros oídos, pero como sólo tenían 10 años, no abrían llegado a más que pasear de la mano, digo yo.

El caso es que a este pobre crío, los sacerdotes de Amon, bastante cabreados por haber sido dejados de lado, se lo comieron con patatas y volvieron a poner de religión oficial el culto a Amon. Luego llegó al trono el general Horemheb, y el muy traidor, habiendo estado antes al lado de Akhenatón, destruyó toda su obra cuando le coronaron faraón. Su intención era que la historia le recordase como heredero directo de Amenhotep III.

Por encima de mi cadaver.

1 comentario:

Anónimo dijo...

bea, está muy bueno el relato. Me encanta Akhenaton. Me parece un echado para adelante.
besos. Belén