05 septiembre, 2007

MALDITOS BANCOS

A propósito de la crisis bancaria de la que se habla estos días, por la que nos van a subir los tipos de interés, nos van a pedir más avales y probablemente nunca jamás den un crédito a un mileurista periodista, me vienen a la cabeza ciertas imágenes de lo que hizo Felipe IV con sus acreedores, los Templarios.

Después de luchar en las cruzadas, estos monjes guerreantes lo tenían tan bien montado que decidieron meterse en lo que realmente les iba a sacar de pobres: ser banqueros, y a ser posible, de los tipos más ricos. En ese momento, Francia era el TOP 1 del Forbes. Su rey, Felipe IV (también Felipe I de Navarra) contra todo pronóstico no pudo devolver el dinero que le habían prestado los Templarios, y un poco harto de lo pesaditos que eran, optó por quitárselos de encima. Es lo que tiene ser rey, que puedes hacer lo que te da la gana.

Comenzó por hacer circular rumores de que blasfemaban, abusaban serrrsssualmente de los miembros más jóvenes, y adoraban al diablo. Coincidió que justo entonces los papas de Roma estaban promoviendo la Inquisición. Por un simple A+B, Templarios a la hoguera, y nos olvidamos de las deudas y el euribor.

Se dice que el Gran Maestre de la Orden, Jacques de Molay, maldijo a Felipe IV y a sus generaciones venideras mientras sus entrañas se chamuscaban, allá por 1314. Es probable que a Felipe IV esta maldición se la soplara bastante, más cuando recibió parte de la pasta de los Templarios, pero los años acabaron por cobrase sus deudas, con bastantes intereses. Tomo por ejemplo lo qué fue de sus hijos:

-A su primogenito le envenenaron poco después de que ardiese el último templario

-Su segundo y tercer hijo, muerte prematura

-Su cuarto hijo, asesinado

-Su quinta hija, Isabel “La Loba”, se casó con el rey de Inglaterra, Eduardo II. El tema no funcionó (ella era guapísima, pero a él las mujeres le daban repelús), así que Isabelita se buscó un rollito con Roger Mortimer y le metió una espada al rojo por el recto a su marido. Su hijo, Eduardo III se mosqueó bastante y ordenó matar al amante de su madre. Isabel terminó sus días en un convento. Pobre maldita monja.

-Sus otros dos hijos murieron uno detrás de otro, en cuanto se pusieron la corona.


Felipe IV murió en un accidente de caza, y Enrique III de Inglaterra, hijo de Isabelita, reclamó el trono francés. Esto desencadenó la guerra de los 100 años, y a los 98, Inglaterra ya la había perdido.

Para no repetir los errores del pasado, recordemos: por muy horribles que se pongan las cosas para los bancos, debemos ser prudentes porque nunca, nunca, nunca nos libraremos de ellos. Ahora bien, si son los americanos los que se ocupan de las cerillas…

3 comentarios:

S. dijo...

¡¡¡si esto sigue así acabarán por hacerlo!!!
¡soy la primer!
nos vemos pronto.
bs

Anónimo dijo...

No he podido evitarlo y he tenido que leer - por menos una entrada - inmediatamente! Y ahora me ha entrado la risa y no me puedo concentrar... Eres la bomba! CRIS

Eric Carlos Bertrand dijo...

muy entretenido bea. hay un libro de un tal John Ralston saul que habla de otras venganzas contra los bancos a lo largo de la historia. se llama los bastardos de Voltiare. Obviamente siempre son gentes muy poderosas las que logran algo, no un periodista mileurista

ciao desde barcelona